Arde el Silencio
César Delgado Martínez, 1993. Cronista y Periodista Cultural.
Vivimos en una sociedad donde todo tiende a fragmentarse. La compartimentación ha sentado sus reales en nuestro medio y difícilmente se construyen puentes que comuniquen a los distintos campos del arte y de la ciencia.
Es raro encontrar seres humanos que recorran los diversos caminos del arte. Actuamos en un mundo en donde a cada quien le interesa lo suyo y se encierra en sí mismo sin ver lo que sucede a su alrededor.
Julio C. Villalva, es de esos jóvenes que se atreven a buscar qué hay más allá de la apariencia de las cosas. En varias circunstancias ha cuestionado la educación acartonada y poco creativa de las escuelas de arte. Ante los ojos de los conformistas pudiera parecer un muchacho que se dispersa por las veredas de la vida.
Pero no es así. Julio C. Villalva, ha vivido en carne propia la experimentación múltiple del arte, una vez quiso ser bailarín y estudió en la Escuela Nacional de Danza Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes. Bailó profesionalmente con una compañía de reconocido prestigio. En otra ocasión quiso ser actor y participó en un grupo que hacia teatro para niños.
A sus veinticuatro años, Julio C. Villalva ha reconocido que su vocación es el arte, la literatura, la filosofía, la antropología y la vida misma. Ahora, ha dejado todo -aparentemente- para dedicarse a las artes plásticas, donde se ve que confluyen todos sus conocimientos y sus experiencias cotidianas. El ritmo de la danza está presente en su pintura. La gestualidad aparece en sus cuadros.
Sobre la exposición que presenta Julio C. Villalva, se puede decir lo que escribió Herbert Read: “Sólo en tanto el artista establece símbolos para la representación de la realidad, puede tomar forma la mente, como estructura del pensamiento. El artista establece estos símbolos al cobrar conciencia de nuevos aspectos de la realidad y al representar su conciencia de estos en imágenes plásticas o poéticas.”