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       Responso es la realidad chiapaneca cohesionada en las texturas y colores de una obra ante la que sentimos urgencia por mirar, por tocar y así descubrir cada rincón, cada lágrima, cada miedo, cada pasado, cada compromiso. Hay decenas de preguntas plasmadas con precisión en cada uno de los veinte trabajos que conforman esta serie, llama certera que hace bullir nuestra alma solidaria.

       Las imágenes de Responso, realizadas por Julio César Villalva especialmente para ser donadas al Fideicomiso paras la Salud de los Niños Indígenas de México (Fisanim), son imanes que despabilan hasta la más desangelada curiosidad, hace detonar nuestros adormilados deseos por ser rebeldes pues el artista nos transmite su imperiosa necesidad de trascender la apariencia de los hechos.

       Con una contundente capacidad de síntesis renombra nuestros símbolos de identidad nacional, tan deslavados por el tiempo. Así, a Juarez, a Zapata, a Sor Juana, a Morelos, Villalva les pregunta “¿quién eres y qué hiciste?”. Y no importa que no puedan responder porque entonces es nuestro turno. Llega nuestra oportunidad de abandonar el silencio y desesperezarnos de la inercia.

 

       En el espíritu nos brota un manantial: ¿quién ha vuelto a destazar a los hijos de Coatlicue?, ¿a quién le sirve la furia del resucitado dios de la guerra? ¿para qué el llanto de la luna o la marcha de Cristo hacia el Zócalo? ¿cuántos listones negros faltan para que las balas lleguen a mi hogar? ¿cuándo germinará el maizal?

 

       Y si bien no podemos convertir cada uno de los cuadros de Responso en un escudo o en un refugio o en una solución, sí podemos percibir que esta obra no es una advertencia tibia que señala sólo el sitio donde reposan nuestros muertos. No es una cruz solitaria en el camino de la creatividad. No nos hace permanecer arrodillados en espera de la siguiente masacre.

 

       Responso es un llanto, sí, pero firme, lleno de fuerza. Es un llamado (otro más, para que no deje de haberlos), es la convicción de que tenemos derecho a elevar nuestra voz, sea cual sea su matiz, para denunciar, señalar, exigir, cuestionar, movilizar…

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